Once mitos sobre la meritocracia, pobreza y clase media en México desmentidos

Los autores de “Así no es” desmienten los mitos sobre economía más comunes y perniciosos que los mexicanos tienen arraigados.

Oswaldo Rojas 

¿Es cierto qué el pobre es pobre porque quiere, qué en México no existe el racismo o qué no se puede subir el salario mínimo sin generar inflación? Estas son algunas de las preguntas que los investigadores Viri Ríos y Ray Campos responden en su ensayo Así no es (Grijalbo) con un rotundo no.

A través de una encuesta que el propio lector puede responder y un análisis cruzado de distintas fuentes, los autores de Así no es desmienten los mitos más comunes y perniciosos que los mexicanos tienen arraigados y hacen un llamado, con pruebas en mano, a dejarlos en el pasado.

Ray Campos aseguró que el libro busca romper con creencias populares falsas para poder discutir las cosas que son verdaderamente importantes para construir el México del futuro cercano.

¿Por qué los mexicanos están tan convencidos de estos mitos?

Los hacedores de política y medios de comunicación han repetido mucho estas falsas creencias: que el salario mínimo no se puede aumentar, que necesitamos crecer a toda costa para reducir la pobreza, etc.  De tanto repetirlo la gente lo ha terminado aceptando. Por eso queríamos dar evidencia dura y contundente para desmontar esas mentiras.

¿Por qué México es tan desigual?

Históricamente, hemos tenido ese problema porque el Estado es relativamente pequeño y hay una enorme falta de confianza en él, lo que se traduce en una menor capacidad de convencimiento para recaudar más fondos.

¿Es cierto que el Estado gasta mucho en los pobres?

Para nada. Comparado con lo que gastan otros países, nuestro gobierno gasta muy poco en los que menos tienen; y estamos hablando de países como la África subsahariana. Esto se debe principalmente a que recaudamos muy poco y eso a largo plazo deriva en un menor gasto público.

Si nos vamos al sector de salud y de seguridad social se nota que tenemos un gasto más bajo que países relativamente similares a México. Lo que necesitamos es gastar más y mejor en reducir las grandes desigualdades y promover un desarrollo económico compartido.

¿Cuál es la realidad de la clase media en México?

Viri y yo observamos diferentes definiciones y mediciones de la clase media: concluimos que en México ese sector oscila  entre 11 y 24 por ciento de la población (relativamente baja). Sucede que cuando le preguntas a la gente a qué clase cree que pertenece según sus ingresos, responden: “Yo soy clase media”.

Esta percepción es equivocada porque ni aquellos que están en situación de pobreza reconocen la precariedad en la que viven ni a los de clase alta les gusta reconocer sus privilegios.

Ahora, esa falsa de percepción tiene consecuencias políticas. Si somos tantos los que somos clase media y estamos bien, pues no hay necesidad de cambiar las políticas públicas. Esta creencia no nos ha dejado articular una demanda social real y lógica de mejores políticas públicas para redistribuir el ingreso.

En su libro dicen que es falso que si crece la economía se reduce la pobreza.

Todo el mundo pondera el crecimiento económico y Viri y yo no vamos a decir que eso está mal, pero consideramos que es necesario iniciar con el tipo de desarrollo que queremos.

En Así no es dejamos claro que el crecimiento económico que reduce la pobreza es el que genera mayor bienestar. Se trata de generar riqueza que verdaderamente llegue a todos, pero especialmente y con mayor eficacia a los que menos tienen. Hablamos de aumentar los empleos para las personas de clase baja, que sus salarios crezcan de forma efectiva y que los servicios de bienestar a los que tienen acceso mejoren.

¿Por qué en México no vemos tan mal la acumulación de riqueza?

Creemos que esa acumulación no afecta en lo macro, algunos hasta dicen que ver mal la riqueza desmedida es un problema de envidia. El problema de la acumulación de poder económico es que eventualmente se traduce en afectaciones políticas. Esas personas hiperricas pueden involucrarse, como ya pasa, en la toma de decisiones que afectan más a las minorías vulnerables.

En México se ha demostrado, empíricamente y con estudios académicos, que esa acumulación de riqueza desmedida genera inestabilidad social. Incluso, hay hasta afectaciones emocionales, como estrés y ansiedad, que padecen de forma sistémica los grupos poblacionales más vulnerables económicamente.

En el libro tratamos de demostrar que la desigualdad económica es dañina para todos y nunca será un problema de envidia, sino uno de eficiencia en la producción de riqueza compartida. Tenemos que asegurarnos de que las personas que tienen los talentos, pero no pueden desarrollarse por falta de recursos, puedan hacerlo para que esto contribuya a nuestra sociedad.

De ahí la necesidad de una reforma fiscal que permita recaudar más. Ese es el reto de nuestro país. Lo que debemos preguntarnos es cómo recaudamos más para asegurarnos mejores oportunidades para todos.

¿Qué otras políticas públicas urgen exigir?

Uno es combatir la discriminación en México a través de penalizaciones monetarias en casos flagrantes. No puede haber bienestar compartido si seguimos creyendo que unos son mejores que otros.

Otra fundamental es seguir con la política pública de incrementos al salario mínimo que hasta el momento ha tenido mayores beneficios que posibles costos. Esto podría cambiar en el futuro, pero ahora mismo es muy licito usarse, cosa que hace 30 años era impensable.

Además, debemos discutir ya cómo hacer que la vivienda sea asequible para los jóvenes. Es un problema de mucha actualidad para nuestra y futuras generaciones

¿Aumentar la recaudación o ampliar las capacidades del mercado?

Creo que debemos discutir cómo le hacemos para que el gobierno gaste mejor y convencer a la sociedad de que los impuestos que pagamos se están gastando eficientemente. También convencernos de que lo que tenemos no es suficiente para reducir las grandes desigualdades.

Una subida de impuestos bien ejecutada y distribuida puede marcar un cambio de paradigma en México.

Mitos que Así no es desmiente:

FALSO que los pobres trabajan menos por recibir programas sociales.

En México, las personas en situación de pobreza trabajan 4 horas más a la semana que los más ricos.

FALSO que los jóvenes trabajan menos.

La generación Z (nacidos entre 1995 y 2010) trabajan media hora más a la semana que las personas de la misma edad a principios de los 2000.

FALSO que el gobierno gasta mucho.

México tiene un gasto público inferior a los países de África subsahariana y menor que países más pobres cómo El Salvador y Ruanda.

FALSO que quienes no tienen una casa a los 60 años son bien “weyes”.

En México comprar una casa solo es posible para quienes ganan entre 45 mil y 92 mil pesos al mes.

De 2005 a 2023, el valor de la vivienda aumento un 225 por ciento, pero los salarios de los jóvenes tan solo 19 por ciento.

FALSO que México no es racista.

Las mujeres de piel morena tienen que postularse a 23 por ciento más vacantes que las mujeres blancas.

FALSO que la clase media en México sea mayoría.

En el país tan solo el 20-24 por ciento de la población es clase media.

El 50 por ciento de los mexicanos están en pobreza moderada.

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